«Tocar es lo único que quiero. Soy sólo un músico y hasta que los dedos respondan a mi mente voy a seguir haciendo esto…»

Scott Henderson, Travis Carlton, Alan Hertz
Marzo 19, 22hs | Salón Rainbow | Casino Magic | Neuquén

Scott HendersonMañana lunes 19 de marzo en la ciudad de Neuquén se presenta por tercera vez en la región Scott Henderson, el más grande guitarrista de fusión de todas las épocas. La particular expresividad de su sonido único lo ubica en la cima del escalafón, su música no admite otra posibilidad quedando fuera de las discusiones triviales por la carrera a «mejor guitarrista» sobrellevando su condición de divo aún fuera del genero donde brilla. Es Maradona, es Messi…, y allá lejos los «buenos y muy buenos jugadores».

De personalidad pueblerina, afable, gustoso del contacto con la gente, nunca se calzó el traje de famoso resolviendo sin conflictos recorrer miles de kms para llegarse hasta ésos lugares remotos donde un puñado de fans reclaman su presencia, aún a perdida como él mismo lo ha manifestado.

De su anterior visita por éstos lares junto a genial Dennis Chambers (bata) y Jeff Berlin (bajo) está pronto a salir a la calle un disco que resume los conciertos realizados juntos: «HBC», así de simple el titulo que toma sus iniciales. Y para el próximo 26 del corriente a la calle también «X», último disco junto a su vieja formación Tribal Tech luego de 11 años de silencio con ésa banda. Vamos a estar ahí y ya les contaremos…

Reproducimos parte de una nota telefónica realizada por el diario regional Río Negro

Por: Eduardo Rouillet | 09/03/2012

Si pudieras elegir entre el sonido del vivo y el del estudio de grabación, ¿cuál preferís?

Yo no busco un sonido puro sino más crudo, más suelto, más sensible; si lo siento así, no importa que salga limpio: sólo tiene que gustarme. Algunas veces los errores lo hacen bello. No me interesa ser perfecto o no; me gusta pasarla bien y lograr buen sentimiento con la música. Una parte importante al tocar es el carácter. Si una frase tiene una energía impresionante pero sale sucia, la dejo. Si toco una línea perfecta pero fría, la desecho. Tú sabes. Para los guitarristas hacer todo bien en el estudio –lo he comprobado y muchos colegas lo dicen– muchas veces es un accidente o suerte, nada más. En mis discos quiero tocar, que salga lindo, con pocos errores y con sonidos que nunca antes me habían salido. Ocurre sólo en porcentajes pequeños. En mis bandas lo esencial es mantener la base, el fondo muy fuerte… no me importa tocar con bateros técnicos; los hay muy buenos, pero con ellos no puedo relacionarme. Siempre se recomienda no hacer en los discos nada que no pueda tocarse en vivo, pero yo no pienso así. Me interesa, me divierte muy mucho el riesgo.

¿Te gustan los guitarristas con digitación rápida?

No son los que más me atraen, pero respeto su dedicación y su capacidad de invención. Prefiero los que tocan notas con gran sensibilidad. Es más complicado hacerlo despacio y bien. En gira, hago más o menos el mismo repertorio cada noche y si no cambio porque funciona tal como está el espíritu improvisador se aleja. Si me escuchara tocando así, empezaría a dudar de mi capacidad. Cambiar me hace mejor músico, aunque me equivoque. En los conciertos tocamos una referencia para que la gente reconozca los temas y después improvisamos, tratando de lograr y mantener un balance. En los primeros tramos de mi carrera, uno de mis errores fue escribir demasiadas notas; con el tiempo compuse temas más simples y prefiero modificar la interpretación de modos bien diferentes. Así es más interesante.

Básicamente pienso notas de acordes, no uso demasiado las escalas y busco crear melodías a partir de esas notas, para sustentar la sonoridad de la armonía. Pero es difícil crear melodías sencillas, buenas y con pocos cambios. Para mejorar la musicalidad conviene estudiar ideas de cinco, seis notas, luego una frase, parte de un solo, patrones melódicos y rítmicos, enlazar todo lentamente y luego ampliar día a día ese vocabulario. Tarde o temprano surgen ideas propias. Música es no pensar en nada y comunicar con sentido desarrollando esas ideas. En una buena noche puedo hacerlo, en una mala… La mayoría de los jazzeros tratamos de lograrlo, no siempre lo conseguimos. A veces quiero tocar algo y otra idea me lleva a un lugar distinto. Cuando alguien toca, lo que sale de su instrumento suena fantástico, pero no necesariamente es lo que quería tocar. Tengo muchas cosas en mi mente que no puedo expresar y eso me pone mal. Lo extraño es que el músico puede estar cansado, enojado, en una mala noche y tocar algo que a la gente le encanta. No siempre depende de cómo se sienta.

¿Hay diferencia entre nuestro público y los tantos que te han escuchado alrededor del planeta?

Es más entusiasta aquí. En los grandes mercados hay muchas bandas, muchas giras, ven de todo todo el tiempo y aplauden dos veces con cierto desgano y nada más. Especialmente en Estados Unidos, donde preocupa mucho seguir la moda; miran MTV y otras cadenas de pop música. Allá tenemos pequeños pero fieles grupos de seguidores. Tampoco existe el interés periodístico de acá. La gran prensa se ocupa de los megaconciertos de bandas o solistas y a nosotros nos ignora. No digo que esos artistas no merezcan los espacios que les dan, solamente me pregunto por qué tanto para unos y nada para otros. Por eso los conjuntos chicos somos felices en gira; aunque tenemos públicos también pequeños, se alegran al vernos, gritan, silban mientras aplauden…

¿Cómo es cambiar constantemente de ciudad, ir de hotel en hotel, hablar con desconocidos que te tratan con familiaridad, hacer entrevistas con medios que nunca leerás?

Estoy tan habituado a vivir así que ni siquiera me afecta. Me siento como cualquier persona que viaja para ganarse la vida. Ya me acostumbré. Ando de gira hace tanto tiempo que simplemente se me ha vuelto normal. Me sentiría muy extraño si no dejara nunca Los Ángeles. La gente me estimula y completa mi gusto por tocar más en vivo. Dos veces al año entro a un estudio, pero siempre toco en vivo.

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