Fuente: gentedigital.es/Marcos Blanco
- Javier Vargas
Javier Vargas es uno de los grandes virtuosos de la guitarra eléctrica a nivel mundial. Lo ha demostrado durante 35 años sobre los escenarios, en decenas de álbumes y compartiendo canciones con estrellas tan deslumbrantes como Santana o Prince. Madrileño de nacimiento, bien podría considerarse un ciudadano del mundo, ya que emigró con sus padres a Argentina, vivió en Venezuela y se dejó tentar por el sueño americano tras llegar a Nashville.
En la actualidad, mantiene su carácter nómada para ofrecer ‘Flamenco Blues Experience’, el nuevo trabajo discográfico de la banda que dirije. Antes de ofrecer un gran recital en la sala Heineken de Madrid, con esa voz rasgada por la ginebra y el tequila del esparcimiento nocturno, Javier alterna con nosotros para dialogar sobre lo que más le gusta: la música. Por un momento, cuando habla, uno puede imaginar que las sílabas se convierten en notas guiadas a través de su fiel compañera de batallas: la guitarra.
¿A qué se debe esta ‘Flamenco Blues Experience’?
Pues mira, quería hacer blues-rock con pinceladas de flamenco. Es un álbum muy en mi línea, pero tenía ganas de trabajar con Raimundo Amador, Rey Morao, Angélica Leiva… Eso sí, manteniendo la música negra y el blues que me caracteriza. Ha vuelto a colaborar con nosotros Devon Allman (hijo de de Greg, miembro de los Allman Brothers), están las voces de Tim Mitchell, de Booby Alexander… Hicimos doce canciones, que acabé en Memphis rodeado por la gente que me viene acompañando desde ‘Texas Tango’ (el disco que editó en 1995).
Como siempre, un disco es la excusa perfecta para tocar de aquí para allá…
Claro, el disco es una carta de presentación, llega a muchos sitios donde tú no has tocado, se cuela a través de internet o sirve para marcar una época en tu trayectoria, ya sea personal o profesional. Cada uno tiene su propio significado. Me encanta grabar, componer temas, pero lo que más: mostrarlos desde arriba.
¿Es tan importante exprimir el talento personal como saberse rodear por buenos músicos para alcanzar el nivel deseado tanto en las producciones como en las actuaciones?
Por supuesto, es muy importante. Podríamos compararlo con un partido de tenis. Si eres bueno y el otro no te devuelve la pelota, acabas jugando solo. Personalmente, busco aquellos que sepan tocar todas mis influencias: blues, soul, Hendrix, Black Sabbath, Ten Years Ater, B.B.King… Empecé a tocar a finales de los 60, esa es la música que me ha enganchado y no sé porqué los músicos con los que toco suelen ser mayores. Hay jóvenes muy buenos pero entiendo que no sólo es importante practicar, sino oír mucha música. Si hablamos de jazz, gente como Chariie Parker o George Benson, B.B.King. ¿Blues? Entonces, tienes que entregarte a B.B.King. Deep Purple. Cream o Black Sabbath son temas obligatorios en el caso de que hablemos sobre rock. ¡Son los clásicos!
La pregunta de siempre, ¿para saber tocar como usted hay que llevarlo en la sangre o toca machacarse día tras día con su querido instrumento?
Esto se lleva dentro, es genético, manda la necesidad, pero tienes que practicar para estar en forma porque puede llegar un día en que te estanques, más a la hora de tocar las notas que a nivel intelectual. En mi caso, la situación es sencilla: me gusta lo que toco y cómo lo toco».
En el podio de los grandes especialistas de la guitarra eléctrica, ¿a quiénes colocaría?
Está complicado, si sólo puedo elegir tres, pero si no queda otra: Steve Ray Vaughan, Jeff Beck y Jimi Hendrix.
¿Cuál es la música que le emociona?
Aunque escucho cosas actuales relacionadas con el chil out o la electrónica, he mamado mucho rock sureño y ahí están mis principales emociones. Cuando llegué a Nashville me hizo con un ejemplar de ‘Tres hombres’ de ZZ Top, discos de Eagles, ya en Los Ángeles Van Halen… Fíjate, recuerdo que les ví en Sunset Boulevard, en la misma propia de un local donde estuve. Pero sigo comprando mucha música. Morphine y SofT Machine son dos de mis devociones, últimamente.
¿Algún concierto que haya resultado inolvidable y no precisamente por el éxito obtenido?
Podría contarte unos cuántos. Por ejemplo, hace dos años en Escocia, cerca de Aberdeen, en un sitio perdido de la campiña. Llegamos dos días antes del concierto, nos habíamos alojado en un ‘bed&breakfast’ y nos consiguieron una actuación en un pub donde no había ni equipo de voces. Empezó a llover, se unieron a nosotros unos músicos de folk y allí estaban apenas 10 personas para vernos. También por aquellos lares, nos perdimos con el coche por el monte y acabamos recreando algún videoclip de Joe Satriani o Rainbow campo a través. Lo recuerdo como si fuese ayer. No se me olvidará nunca un directo que hicimos en Leeds… Pero la cantidad de gente que va a verte no implica calidad, porque cuando fuimos al segundo aniversario del Topos music club en Leverkusen (Alemanía) aquello fue acojonante. Apenas 150 personas. No cabía un alma ni en los camerinos. Y por aquel lugar pasaron Bob Geldof, Santana…
Ha sido usted muy viajero, ¿no?
Sí, sí, sin quererlo. De pequeño me tocó viajar mucho con mi familia y era un apasionado de los trenes y de los barcos. Conforme me fui haciendo mayor, entendí las razones.
Por último, Javier, ¿qué ha significado el blues en su vida?
Sin tocar historias místicas, de formas de mujer, sentimientos o esa capacidad para sacar los diablos de nuestro interior… Creo que es la música que ofrece los mejores riffs para desarrollar tu estilo con la guitarra eléctrica. Es una constante fuente de inspiración…
¿De dónde parte un tema como Tierra del Vino?
Me gusta el vino (risas). Que quede claro, creo que el mejor vino del mundo es el español.
¿Tiene límites la fusión en la música?
No los tiene, pero la música en sí misma tampoco, la verdad. Creo que es la sencillez es lo más difícil de conseguir, es la clave.
¿Y hay que tener muchas guitarras para lograrla?
(Risas) Fíjate qué casualidad, resulta que suele coincidir que mis guitarristas favoritos son los que tocan con una sola guitarra, aunque hay excepciones. Yo tengo varias, aunque no demasiadas. A veces, dependiendo de la acústica del local, tengo ahí un par de Stratocaster para ver cuál de ellas suena mejor, pero nada más. Pero, si la gente se fija, verá que los grandes guitarristas tocan con una guitarra casi siempre. Porque la conocen bien y le sacan todo su sonido. Sólo hay que ver a gente como Jeff Beck, Clapton o el propio David Gilmour, que tiene una colección de más de 200 guitarras, pero toca con una casi siempre.
¿El sonido depende más de la guitarra o del guitarrista?
El mejor sonido llega a través de los dedos y de los sentimientos que llegan a ellos, eso seguro.
¿Qué opina de la música en la actualidad?
Cada vez hay mejores bandas y también creo que los jóvenes ahora tocan de lujo (risas). En serio, ves a veces a un chaval de doce años tocando una batería y es que no te lo crees.
¿Por qué es tan difícil que esa gente viva de la música?
Realmente siempre ha sido muy complicado. Mi finalidad no era vivir de esto, sólo tocar, hacer música. Ese concepto puede ser que sí haya cambiado ahora.
¿Sigue siendo clave su fórmula: honestidad + trabajo + amor por la música?
Creo que la honestidad es ser fiel a lo que sientes. He tenido la oportunidad de hacer ‘hits’ y muchos me decían que siguiera por esa línea. Es sencillo, no puedo hacer una música que no me salga del corazón.
¿’Hits’ como ‘Sangre Española’?
Precisamente. Este tema lo hice junto a mi amigo Manolo Tena y, de hecho, lo hicimos en muy poco tiempo. Sin embargo, salió así, nada más. No sabría hacer muchos temas de ese estilo que llegaran a ser un éxito, como sí ocurrió en ese caso.
¿Es cierto que usted nunca rechaza una colaboración?
(Risas) A mí me encanta tocar, meterme en un estudio, en directo… siempre que puedo colaboro con todo el mundo: la música es gratis, sólo cobro por el viaje. Creo que las colaboraciones enriquecen la música y siempre que se juntan músicos de un lado y de otro salen cosas distintas e interesantes.
Ha tocado con muchísima gente importante pero, ¿hay alguna colaboración que le habría gustado hacer especialmente?
A mí me gustaría conocer a Jeff Beck, pero no ya por tocar con él en un disco, sino por verle y aprender. Sin duda, es uno de mis favoritos.
¿Cómo se lleva con Internet?
Digamos que estoy aprendiendo (risas). Me llevo un par de portátiles porque recibo muchos mails e intento contestar. Me encanta Internet para buscar información y tengo varias webs, pero la verdad es que llevo bastante tiempo metido con la gira y no las puedo actualizar todo lo que querría. Creo que Myspace o YouTube son páginas increíbles como publicidad para los grupos, sería impagable una publicidad así.
El blues ha influido en innumerables estilos, pero sigue siendo algo maldito, minoritario…
La base del blues clásico la ha tocado gente que, por lo general, ya ha fallecido. Probablemente esa parte maldita y minoritaria tiene algo que ver con la forma en que se vendió en su momento, pero yo creo que tiene que ser así, porque la gente tiene que descubrir el blues, es algo que hay que indagar. Los clásicos del blues son como los de la música clásica, por poner un ejemplo. La gente nunca se olvidará de artistas como Bo Didley, Muddy Waters, Chuck Berry, BB King… son gente que siempre seguirá influenciando a la música.
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