El jazz bajo la lupa de Adrián Iaies

Qué fue lo mejor de 2013 y a qué habrá que prestar atención este año, según el director del festival de buenos aires.

Newsweek Argentina | Cristian Savio | 08.01.2014

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Adrian Iaies

Adrián Iaies tuvo un 2013 por demás movido y productivo. No sólo por su trabajo en el Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires, que dirige desde 2008, y por los dos discos que editó: Goodbye, solo piano dedicado a standards de jazz; y Small Hours Late at Night, grabado en vivo. Además, Iaies viajó. Mucho. Y lo disfrutó tanto que planea subirse a varios aviones este año que comienza. «Quiero salir más seguido», dice a Newsweek. Son los últimos días de diciembre y el verano porteño no da tregua, con su ola de calor y sus cortes de luz y ese malestar que nos hace intratables. «El clima acá por momentos pesa, y no me refiero al calor», explica Iaies. «Salir me carga las pilas y me oxigena».

Oxigenado y con las pilas bien cargadas, entonces, encontró 2014 al pianista y compositor nacido hace 53 años en esta capital. Acaba de regresar de una gira por Europa, que lo llevó por el norte italiano y Roma, a París y un par de días idílicos en Poitiers, centro-oeste de Francia, «un lugar precioso a orillas del río Clain, en el castillo de un hombre que me conoció cuando actué en el Lincoln Center. Construyó un estudio en el granero del castillo, compró un Steinway y me invitó a grabar. Escribí un montón de música original y grabé material como para hacer un disco doble».

Grabar. Iaies le tomó el gusto y no hace caso a las supuestas reglas marketineras de la industria discográfica, que marcan tiempos distintos y según las cuales conviene sacar un disco cada dos años. Él se acostumbró a sacar dos por año. Con el agregado de que entre placa y placa no repite formación ni género. En 2012 había presentado Conversaciones desde el arrabal amargo, un repertorio de música popular a dúo con Horacio Fumero; y Melancolía, en cuarteto. Tiene la idea de que un trabajo nuevo defiende al anterior, y es conciente de que disco a disco, al cabo de los 18 que ha grabado, siempre aparece gente que lo escucha por primera vez y va en busca de lo anterior.

Iaies inició el año con un ciclo en Café Vinilo los sábados de enero: los dos primeros en trío junto a Juan Manuel Bayón (contrabajo) y Pepi Taveira (batería), con un repertorio de Small Hours… y Melancolía, así como adelantos de composiciones que formarán parte del nuevo álbum que prepara para mediados de 2014. Y los dos últimos sábados, estuvo a dúo con el contrabajista Horacio Fumero, con las versiones jazzísticas del repertorio popular argentino, en especial del tango, de Conversaciones desde el arrabal amargo. En mayo volverá a Europa para presentarse en Italia y Francia, irá al Festival de Tel Aviv junto a Roxana Amed; y para octubre fue invitado a México, aunque aún no definió con qué formación irá.

Considerado por muchos como el pianista más importante del país, el hombre que ha compartido escenario con figuras como Brad Mehldau, Ron Carter y Bebo Valdés, entre otros, es el indicado para hacer un balance jazzístico del año que se fue y una previsión de lo que vendrá.

El Festival

«Este año tomé una apuesta muy grande: por primera vez decidimos no abrir con un artista estadounidense, del mainstream, de los que tienen cierta chapa por estar en tapas de revistas o en las radios. Invitamos a la ICP Orchestra de Holanda, que trajo la vanguardia de lo que se llama el sonido europeo, algo que no existía antes de ellos. Fue un verdadero evento cultural para la ciudad. La receptividad del público fue sorprendente».

«Yo tengo un gusto particular por el jazz europeo, y probablemente profundicemos la línea ahí este año, pero el desafío es subir un poco más el perfil a la programación internacional, manteniendo la idea de traer a músicos que no hayan venido. Y nuestra gran obsesión es agregar áreas en la parte pedagógica, que está funcionando muy bien. Se llena de pibes, se puede hacer bien sin quedar en la superficialidad».

El show internacional

«El otro evento que me gustó es el concierto del trío de Brad Mehldau en el Gran Rex. Lo que vimos allí fue una clase de interacción, swing y dinámica de lo que se puede hacer con un trío de jazz escapando a esa referencia tradicional tan fuerte. Un trío que tiene algo nuevo para decir en materia de jazz y de interacción en lo que hace al género».

El plano local

«Hay que remarcar la cantidad de músicos jóvenes, de 23 a 26 años, los sub-30, que están tocando muy bien, con proyectos originales y una proyección de futuro tremenda. En ese sentido me parece que nos podemos quedar tranquilos, que más allá de que los músicos más experimentados siguen dando batallas y discos, hay un par de generaciones para abajo pidiendo pista. Personalmente, de lo que vi lo que más me impresionó es Leo Genovese, su concierto en el Festival. Es alguien medio mítico, un santafesino de 34 años residente en Estados Unidos desde los 18, cuando fue a estudiar al Berklee College de Boston, que no había venido nunca a tocar a Buenos Aires. Su concierto en La Trastienda en homenaje a Luis Alberto Spinetta sorprendió a todos, que lo conocían de nombre pero no lo habían visto tocar».

Discos

«En el ámbito local, el que hizo Mariano Loiácono con su noneto (Hot House) para mí es el disco del año. Nunca se había hecho un disco con esta estética en Buenos Aires, que sonara como suena, grabado y producido así, tocado como está tocado y pensado y escrito como lo hizo Mariano. Y me gusta mucho el disco que hizo Rodrigo Agudelo, guitarrista, de lo más interesante si me tengo que ceñir al jazz».

Lo que viene

«Hay que prestar atención a un fenómeno buenísimo por el lado de las cantantes, que históricamente fue el rubro más flojo en la ciudad. Cualquier músico de jazz instrumentista local de primera línea –Ernesto Jodos, Pepi Taveira, Ricardo Cavalli, Loiácono, por nombrar a algunos– puede llamar mucho la atención y gustar en cualquier escenario del mundo. Empieza a haber una generación de cantantes de jazz jóvenes y estudiosas que vienen de un lugar distinto, no de la comedia musical ni la música publicitaria, sino que se asumen ellas mismas como músicas, estudian armonía, improvisación, un instrumento. Lo vemos en el workshops coordinados por Roxana Amed en el Festival: se anotan cada vez más, vienen muy formadas».

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