
Hiromi Uehara ::: Marzo 26, 1979

– Hiromi
Japón ha producido un impresionante conjunto de pianistas de jazz, desde Toshiko Akiyoshi hasta Makoto Ozone. Y ahora, bien entrado el siglo XXI, la pianista y compositora Hiromi es la última de esa estirpe de músicos increíbles. Desde el lanzamiento en 2003 de su primer CD en Telarc, Another Mind, Hiromi ha electrizado al público y a los críticos de Oriente y Occidente, con una energía creativa que abarca y eclipsa los límites de los parámetros del jazz, la música clásica y el pop, llevando la improvisación y la composición a nuevas cotas de complejidad y sofisticación. Su último álbum, Spectrum, una vívida obra para piano solo, ofrece una deslumbrante evocación de la vibrante gama de colores que impregna su música.
Con su debut en solitario de 2009, Place to Be, Hiromi decidió trabajar en solitario una vez más para captar las formas en que sus experiencias y su crecimiento personal habían dado forma a su sonido durante los años anteriores. Grabado en la víspera de su 40º cumpleaños, Spectrum celebra la madurez y la profundidad que han enriquecido la composición y la interpretación de Hiromi a lo largo de sus 30 años, años en los que ha recorrido el mundo emocionando al público y se ha embarcado en colaboraciones con algunos de los artistas más inventivos del jazz.
«El sonido de un pianista cambia con la edad y con cada experiencia de la vida», dice Hiromi. «Quería establecer estos hitos para poder ver desde fuera cómo he cambiado y crecido».
Nacida en Hamamatsu, Shizuoka, Japón, el 26 de marzo de 1979, las clases de piano de Hiromi comenzaron cuando tenía seis años. Su primera profesora, Noriko Hikida, la animó a acceder tanto a los aspectos intuitivos como a los técnicos de la música, introduciendo el concepto de color en su aproximación al piano. «Su energía era siempre muy alta, y era muy emocional», dice Hiromi de Hikida. «Cuando quería que tocara con un determinado tipo de dinámica, no lo decía con términos técnicos. Si la pieza era algo apasionado, me decía: ‘Toca en rojo’. O si era algo meloso, decía: ‘Toca azul’. Así podía tocar realmente con el corazón, y no sólo con los oídos».