Solemos pensar de los artístas y poétas como aquellos dotados extraordinariamente capaces de ver el mundo desde una óptica muy poco común, reveladora, cautivadora, cuya obra imperecedera estimulará los sentidos y la mente de generaciones a futuro. Hablamos de los buenos poétas y artístas, los imprescindibles, porque, claro está, que los hay mediocres o buenos pero cuya llama se apaga más pronto, más tarde, pero extinta al fin. Puede que aprendamos algo de aquellos de paso fugaz, pero definitivamente los inmortales son quienes crearán futuro.

El Poéta del Piano es uno de ésos íconos imprescindibles, la magia de su música se renueva constantemente en cada escucha y particularmente en esta rejuvenecida reedición de la última grabación de estudio del pianista publicada cinco meses después de su fallecimiento. El lanzamiento cuenta con una masterización totalmente analógica, cortada a 45 RPM a partir de las cintas originales por Kevin Gray en Cohearent Audio. Prensado en vinilo de 180 gramos en RTI Record Technology, Inc. (podemos leer en la web del sello), el álbum se presenta como un conjunto de 2 LPs en un paquete plegado, con nuevas notas del periodista musical, autor e historiador Marc Myers.

Eliot Zigmund, el baterista, le cuenta a Myers, «Habíamos alcanzado un alto nivel de conversación al tocar… En Spring, captamos esa facilidad para relacionarnos entre nosotros». Es que el trio había logrado un nivel de conexión tal que facilitó el desarrollo de la maravilla que representa You Must Beleve In Spring para el movimiento, un álbum que sostiene a Evans en la cúspide, aún con algunos altibajos, sobre el límite mismo de su existencia, el Poéta del Piano exhalando su magia hasta su último aliento…

Por entonces el prestigio cosechado por años no lograba despejar los nubarrones que oscurecían su vida. Evans incluyó dos composiciones de fuerte contenido emotivo personal, «B Minor Waltz (for Ellaine)», compuesta en memoria de Ellaine Shultz, su pareja, y «We Will Meet Again (for Harry)» en recuerdo de su hermano, ambos trágicamente suicidados.

La magia expuesta durante la grabación del álbum no logro sostenerse mas allá de su registro, pues Gómez dejó el trio luego de once años junto al maestro y Zigmund, que se había integrado apenas cuatro años antes, también. De nuevo el bata Eliot Zigmund alimenta con recuerdos al historiador Marc Myers, le relata un encuentro entre los tres en 1980 cuando Evans daba un concierto con su nuevo y último trio con Marc Johnson y Joe La Barbera, considerado el mejor desde el que formó con Scott La Faro y Paul Motian, otra de las paradojas del destino sobre los días contados del pianista: «En un descanso, los tres fuimos a sentarnos en el Chevy Impala de Bill aparcado cerca. Quería que escucháramos una cinta del inédito You Must Believe in Spring. Mientras escuchábamos, me sentí transportado a la belleza conversacional del trío. La música era especial, y nadie en el coche dijo una palabra. Aunque la cara de Bill era inexpresiva mientras escuchaba, sabíamos por su gran sonrisa de despedida que estaba muy contento con lo que escuchaba. Esa fue la última vez que vi a Bill…»

El pianista falleció el 15 de septiembre de ése año cinco meses antes de la publicación por complicaciones derivadas de su larga adicción a la heroína y luego cocaína, “Fue el suicidio más largo de la historia”, dijo Gene Lees, crítico musical y amigo del pianista.

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